lunes, 17 de noviembre de 2008

La educación social y su relación con la exclusión social


Autor: Rodriguez Rossi Lisandro

La educación como fenómeno de exclusión social no es un acontecimiento único de nuestra época, existió ya en el medio evo cuando la iglesia partía una educación autoritaria diferenciada entre los ciudadanos, aquellos que no pertenecían al sacerdocio o no formaban parte de la nobleza recibían una educación básica, excluyendo al pobre a una vida miserable, y no solamente que carecían de una educación amplia sino que la iglesia condenaba aquellos que tenían una opinión diferente al pensamiento teológico cristiano es por eso que estaba prohibido sacar opiniones del cerebro que contradijesen o ofendiera la moral religiosa y aquellos que liberaban la razón eran enjuiciado a muerte por ser considerados herejes. Este modelo de educación impartida por los factores de poder en las sociedades, como sucede en cada momentos históricos, tiene su desarrollo particular y especifico, no es la misma educación que Sócrates impartía en el gimnasio griego con la de Alejandro magno en su escuela de Alejandría ni con la llegada de la modernidad y su educación burgués, donde el ideal de ciudadano toma una impronta relevante. Claro esta que esas épocas la exclusión social no era vista y comprendida como sucede en estos tiempos ni tampoco el impacto que produce en la sociedad. En países donde rige la democracia la educación social tiene su protagonismo más importante o al menos donde se logra percibir sus actos, no obstante la exclusión social pareciera que se multiplica año a año. Con la aparición de estados neoliberales y su proceso de dualización los países del primer mundo y aun mas los subdesarrollados logran crecen económicamente como paralelamente la pobreza, marginalidad y la desnutrición, a esto hay que agregarle el bombardeo mediático y tecnológico y sus nuevos estandarte de vida donde la imagen y la apariencia es lo mas importante. El desocupado o el que abandona el sistema escolar se conoce y se descubre como un ser marginal sin futuro ni proyecto de vida y reacciona con violencia como único recurso de que su voz resuene fuera de su esfera socio-cultural. Esta desigualdad de las sociedades contemporáneas el excluido ve y se informa, tiene acceso a varios medios de información que en otros tiempos no estaban al alcance, la televisión como miembro familiar indiscutido de verdades es el influjo más influyente y condicionante de pautas y modelos sociales. Antes de la explosión y globalización de los medios los gobiernos podían distraer al pueblo de las miserias, llevarlos de las narices y apaciguar sus furias con ilusiones falsas, esta parte de la población que no es poca no logra incluirse como miembro productivo en la sociedad y es por eso que no se lo puede considerar un ciudadano pleno visto que carece esa condición que hace a la cuestión social: inclusión, integración y condiciones de trabajo dignas.
La educación que, lejos esta, no cumple con su rol más importante de construir políticas educativas que contemple los valores y la acción moral ciudadana, la de emancipar al hombre de su propia posibilidad de pensar. No ejerce, según Hegel, una significativa “violencia pedagógica” para ser al hombre actual a su época, civilizarlo apto para las problemáticas sociales contemporáneas, como dijo Theodor Adorno “desbarbarizar al individuo para su supervivencia social. La política educativa, como uno de los aparatos ideológicos del estado, tiende a la segmentación y a una política social asistencialista donde el sujeto de aprendizaje se desarrolla en un espacio surrealista y conformista, no construye saberes para una mejor condición de vida, ni estimula la búsqueda del ser ciudadano autónomo, sus metas pedagógicas trasciende en la escolarización llana con expectativas de logro utópicas.
Todo individuo conciente o inconciente intenta ser reconocido socialmente y productivo al mismo tiempo, mediante una educación social activa con propuestas y proyectos que incluya como protagonista al sujeto se logrará generar un conocimiento portador de derechos de ciudadanía. Esta ciudadanía debe ser democrática con dinámica pluralista, es ahí donde los proyectos de educación social deberían surgir y no mediante servicialismo y clientelismo político si no a través de redes sociales donde integre a la sociedad con esta subsociedad o sectores excluidos en aumento, donde la desigualdad sea el campo de acción de estrategias socio-políticas, donde ser pobre, humilde o de otras culturas o etnias no conlleve un desarraigo social y exclusivo, una indiferencia peligrosa que se da en una gran parte de nuestra sociedad ausente que carece de voluntad para la integración civil de la diversidad.
Cuando se habla de educación se hace referencia al futuro, un futuro en constante evolución y no estático o retrogrado, o al menos así debería ser, y el futuro mas inmediato son los jóvenes, pero el ejemplo de los mayores deja una gran incógnita ¿podrán educar a otras generaciones sin trasmitir sus errores de vida? ¿Qué moral social pueden brindar? ¿La nueva generación será mejor por el solo hecho de no escucharnos? En el ámbito educativo se habla y se escribe mucho sobre la educación, tal vez porque se carece de buenas ideas o para ocultar una inoperancia, puede que la vieja generación este en crisis y no haya podido resolver deudas del pasado por eso no se encuentra en condiciones de actuar moralmente, ¿O acaso la exclusión o la marginación es el devenir de la nueva oleada de jóvenes? Cuando se escuche a las nuevas voces con detención, y esto lo digo con relación a nuestros representantes y actores del sistema como sociedad en general, se comprenderá que no es muy difícil proponer nuevas propuestas sociales-educativas, propuestas que logren formar un individuo libre y democratizado, miembro activo e influyente en la comunidad.



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