lunes, 17 de noviembre de 2008

El pensamiento de Paulo Freire


Autor: Rodriguez Rossi Lisandro

Freire sustenta una pedagogía humanista – espiritualista. Humanista porque centra en el hombre toda la problemática educativa siendo el objetivo básico de ésta la humanización. Espiritualista porque coloca en el espíritu el sentimiento que impulsa al hombre a auto configurarse, hace perceptible lo espiritual; lo que el hombre habla, escribe, realiza es expresión objetiva de su espíritu. Freire considera que toda acción educativa debe ir precedida de una reflexión sobre el hombre, ¿qué es?, ¿cómo es?, ¿para qué?, ¿por qué?, ¿para quién?, ¿contra qué?, ¿contra quién? ¿A favor de qué?, ¿a favor de quién?, no existiendo una educación neutra.
La educación liberadora se asienta sobre el criterio del hombre histórico. Los hombres, pues, son praxis. "Praxis que siendo reflexión y acción verdaderamente transformadora de la realidad, es fuente de conocimiento y creación".
El pensamiento de Freire tiene un contexto sociopolítico complejo que surge con el apogeo del capitalismo en Occidente durante el período de la Guerra Fría en la década del ´60 hasta la ´80 aproximado, coincide con la mayor oposición al sistema capitalista. Durante estas décadas, las desigualdades reflejadas en sectores marginados del desarrollo capitalista, genera un espacio propicio para las ideologías revolucionarias que abrigaban la esperanza de modificar la situación.
De este modo se encontraban por un lado aristocracias-oligarquías y por el otro, las masas urbano-campesinas, ambos extremos, enfrentados como consecuencia natural de la polarización ideológica que caracterizó a este período. Los conservadores-liberales, se opusieron así a distintos sectores de izquierda de variado origen, incluyendo a los Sacerdotes católicos tercermundista, Comunidades cristianas de base, etc.

La propuesta de Paulo Freire se alinea en la crítica ideológica al sistema capitalista y establece las bases para una educación al servicio de la liberación revolucionaria.
Freire señala la "deshumanización" como consecuencia de la opresión. Esta, afecta no solamente a los oprimidos sino también a aquellos que oprimen.
La violencia ejercida por los opresores, por parte de los oprimidos, y estos, generalmente anhelan convertirse en opresores de sus ex - opresores. Sin embargo, los oprimidos tienen para sí el desafío de transformarse en los restauradores de la libertad de ambos.
Los oprimidos son descriptos por Freire como seres duales que, de algún modo "idealizan" al opresor. Se trata pues, de una contradicción: en vez de la liberación, lo que prevalece es la identificación con el contrario: es la sombra testimonial del antiguo opresor. Ellos temen a la libertad porque ésta les exigirá ser autónomos y expulsar de sí mismos la sombra de los opresores. De esta forma, debería nacer un hombre nuevo que supere la contradicción: ni opresor ni oprimido: un hombre liberándose.
Pero no basta conocer la relación dialéctica entre el opresor y el oprimido para alcanzar la liberación. Es necesario que éste se entregue a la praxis liberadora. Cuando más descubren las masas populares la realidad objetiva sobre la cual deben incidir su acción transformadora, más se insertan críticamente. Lo mismo sucede con el opresor, el que este reconozca su rol, no equivale a solidarizarse con los oprimidos, estas actitudes, que en la práctica se observan en el asistencialismo, no son sino un re esfuerzo de la dependencia, intentando minimizar la culpa con una conducta paternalista. La verdadera solidaridad debería expresarse transformándolos a estos como hombres reales despojados de una situación de injusticia.
La violencia de los opresores convierte a los oprimidos en hombres a quienes se les prohíbe ser, y la respuesta de éstos a la violencia es el anhelo de búsqueda del derecho a ser. Pero solamente los oprimidos podrán liberar a los opresores a través de su propia liberación. Los oprimidos deben luchar como hombres y no como objetos, este es el descubrimiento con el que deben superar las estructuras impuestas por la oposición.
Utiliza el término “Educación bancaria” como sistema opresivo de poder dentro de las instituciones escolares. El sujeto de la educación es el educador el cual conduce al educando en la memorización mecánica de los contenidos. Los educandos son así una suerte de "recipientes" en los que se "deposita" el saber.
El educador no se comunica sino que realiza depósitos que los discípulos aceptan dócilmente. El único margen de acción posible para los estudiantes es el de archivar los conocimientos.
El saber, es entonces una donación. Los que poseen el conocimiento se lo dan a aquellos que son considerados ignorantes. La ignorancia es absolutizada como consecuencia de la ideología de la opresión, por lo cual es el otro el que siempre es el poseedor de la ignorancia.
De este modo, a mayor pasividad, con mayor facilidad los oprimidos se adaptarán al mundo y más lejos estarán de transformar la realidad. La educación bancaria es un instrumento de la opresión porque pretende transformar la mentalidad de los educandos y no la situación en la que se encuentran.
Freire señala sin embargo, que incluso una educación bancaria puede despertar la reacción de los oprimidos, porque, aunque oculta, el conocimiento acumulado en los "depósitos" pone en evidencia las contradicciones. No obstante, un educador humanista revolucionario no debería confiarse de esta posibilidad sino identificarse con los educandos y orientarse a la liberación de ambos.

Breve historia sobre la acción pedagógica de Freire en la alfabetización de adultos

Las ideas de Paulo Freire comenzaron a ser conocidas en Brasil únicamente a partir de 1963, cuando surgieron las primeras informaciones sobre su método de alfabetización para adultos. En ese método, el proceso de alfabetizar empezaba por la investigación de los medios de vida y del lenguaje hablado en la localidad en que se realizarían las tareas. Del conocimiento así obtenido sobre la cultura y el "universo vocabulario" de la población, se extraían las "palabras generadoras", seleccionadas bajo un doble criterio: de riqueza silábica y de riqueza de "contenidos existenciales" para los participantes. Las sesiones iníciales de alfabetización eran dedicadas a la discusión de las denominadas "fichas de cultura" que mostraban a los participantes, en carteles o diapositivas, representaciones que viabilizaban el examen de las nociones de "mundo de la naturaleza" y "mundo de la cultura". Durante el diálogo desarrollado a partir de esas imágenes, el grupo era conducido a reflexionar sobre el hombre en cuanto creador de cultura, o sea, como constructor de sus modos de vida. Después, las lecciones se organizaban a partir de la "palabras generadoras". Esas lecciones también eran presentadas a los adultos en diapositivas o carteles que reproducían escenas evocadas por las "palabras generadoras". La "palabra generadora" ladrillo, por ejemplo, era introducida a través de una figura que remitía para experiencias vividas por los trabajadores de la construcción civil. Los participantes de los "círculos de cultura" eran llevados a dialogar, entre sí y con el "coordinador de los debates", sobre los contenidos existenciales asociados a las diferentes figuras.

Reflexiones personales
Como profesor de Ed. Musical en escuelas secundarias publicas desarrollo un lineamiento pedagógico muy acorde al pensamiento de Freire. Generar un aprendizaje significativo en el educando partiendo de sus intereses, de su cultura, escuchándolo, conociendo sus inquietudes y sobre todo observándolos y dialogando, hacen a la relación enseñanza-aprendizaje una polifonía armónica que me enriquece en la obra pedagógica. Con la idea de un aprendizaje cooperativo, donde educador y educando interactúen y construyan las bases que sostienen el saber, logro aprender y comprender de ellos el presente que viven, para proyectar un futuro donde el pensamiento y la creatividad se libere y se humanice en búsqueda de un conocimiento libre y no estereotipado.
Cuando Freire plantea que el educando es un ser oprimido de la educación bancaria, un receptáculo donde se deposita el saber del educador, pienso que es real en su gran medida y que es complejo que la educación escolar logre modificar actitudes que cambie ese principio, sin embargo los educadores tienen la libertad para ejercer una fuerte transformación dentro del espacio donde desarrolla sus actividades, pero quizás el desgano, la incompetencia, el miedo a creer perder poder sean factores determinantes a la hora replantear el ejercicio pedagógico que nos toca y nos compromete hoy.
Cuando el cambio se gesta desde abajo es muy probable que impacte arriba, Freire hace mucho hincapié en eso, de hecho nosotros educadores tenemos las herramientas para dicha transformación, somos las raíces de la educación de un árbol gigantesco que da vida a la cultura y a la sociedad, pero nuestros nutrientes son nuestros estudiantes, si no logramos llegar a ellos, si no los comprendemos, no dialogamos, no nos interesamos, nos secaremos y envejeceremos hasta que nos derrumben y planten otro, o peor aún que quede vacío ese espacio.

No hay comentarios: